Hace casi un mes estuve en San Francisco, donde visité a uno de los inversionistas de GOintegro tras mi participación en la Conferencia LatAm 2016 de Great Place to Work, en México, y aproveché de juntarme con un amigo que no veía hace tiempo.
El tipo trabaja en una empresa relativamente nueva, casi una startup, y aprovechamos de ponernos al día en 4505 Meats, un resto de hamburguesas en Divisadero Street, entre Fulton y Grove (después me agradece) un martes a las cuatro de la tarde.
“¿No te dicen nada en la oficina?”, le pregunté. “No hay problema. Elegí esta empresa en parte porque ofrece un buen equilibrio entre el trabajo y lo personal. Me encanta, it’s all good!”, respondió.
Cuento esta anécdota porque es un gran ejemplo de lo que entendemos por work-life balance y employee engagement. Pocas veces he visto alguien tan contento en su trabajo, el tipo no se cambia de empresa por nada.
Entre las varias estrategias de fomentar el compromiso de los empleados, el equilibrio personal-laboral, como se conoce en español, tiene un impacto directo sobre la atracción y retención de talento:
Contrastando el valor percibido del work-life balance con estadísticas de Gallup según las cuales el índice de satisfacción laboral en la región llega a solo 21% -México está al fondo de la tabla, con 12%, precedido por Argentina (16%), Perú (17%), Uruguay (22%), Chile (24%) y Colombia (26%) y Brasil (27%)-, me parece que los directivos de Recursos Humanos deberían analizar cómo incorporarlo en su estrategia. Aquí van cuatro mejores prácticas para hacerlo:
Mejor práctica 1: partir despacio
Fomentar el work-life balance implica un cambio fuerte en la cultura organizacional. Por ello recomiendo probar primero con un departamento o colaboradores de distintas áreas. Un mes debe ser suficiente para definir los KPIs más idóneos, hacer ajustes y reunir datos que indiquen si vale la pena extender la iniciativa al resto de la organización.
Mejor práctica 2: facilitar el control
Sin un plan de comunicación adecuado aumentará la ansiedad de las jefaturas para controlar el cumplimiento de metas, por lo que es vital implementar herramientas que faciliten una comunicación continua con los colaboradores.
Mejor práctica 3: evitar los celos
Desde luego, no todos los empleados son idóneos para participar de un programa de este tipo. En vez de descartarlo, la empresa puede ofrecer a estos colaboradores otros beneficios de alto valor percibido.
Mejor práctica 4: acompañar en el camino
Por un lado, Recursos Humanos debe orientar a los colaboradores para que hagan un buen uso de esta política. Y por el otro, debe capacitar a los gerentes para estar disponibles y controlar la productividad de sus áreas con tecnología (email, whatsapp, redes sociales internas etc) y reuniones presenciales.
Por lo general, me he encontrado con que las empresas que desestiman el work-life balance no cuentan con una estrategia al respecto, cuando se trata de una gran herramienta para no solo fortalecer el employee engagement y empujar el cambio organizacional, sino también cimentar el posicionamiento de Recursos Humanos como agente de cambio y business partner del directorio.
Si tu empresa cuenta con un programa de balance personal-laboral, me encantaría saber cómo ha sido tu experiencia y compartirla tanto en LinkedIn como nuestro blog.
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